Convierte tu historia de dolor en tu mayor victoria

Todas anhelamos vivir una vida de ensueño, de esas que nos mostraron en las películas, en las novelas, historias presentes en los cuentos de princesas que nos hacían soñar despiertas poniendo todas nuestras expectativas en una felicidad basada en lo que algún día alguien podría darnos.

Yo al igual que muchas, soñaba con una vida familiar, con hijos y con un matrimonio feliz, no perfecto pero feliz. Mi unión conyugal vino luego de años de relación donde pasamos del noviazgo, a la convivencia y luego al matrimonio. Me casé con un hombre con el cual viví grandes procesos de transformación. De ser un hombre sin un propósito definido, ni rumbo de dirección, a convertirse en un guía, un maestro, mentor y líder para muchos. Realmente me gustaba el hombre en quien se había convertido y me sentía parte de su transformación y su éxito. Entendí que Dios me había puesto en su vida para devolverme lo que la vida le había robado. Con esto no pretendo glorificarme por su transformación , pero si reconocer que fui un instrumento importante en su proceso de transformación.

Tuve unos 16 años de un feliz matrimonio, con 3 hijas y rodeados de mucha gente a quienes a través de nuestra misión como Pastores influenciábamos a vivir con nuestro testimonio una vida más elevada. Pero esa admiración por el nuevo hombre que había en el y su impacto en los demás, además de mi pasión por lo que hago me llevó a desbocarme y a llevar una vida desbalanceada, descuidando otras áreas. Cuando abrí mis ojos mi esposo se encontraba teniendo una relación extramarital como una persona muy cercana a nuestros roles como Pastores. Esto es algo que comparto con sumo cuidado, pues mi experiencia no debe interpretarse como algo colectivo o de un grupo en particular, sino como un mal que no discrimina y puede afectar a todos sin distinción y por igual.

La infidelidad es un problema social muy común. Tan común que me parece no es considerado con la magnitud que verdaderamente representa para los involucrados. El efecto que tiene en la familia es devastador. Es una de las traiciones mas desgarradoras que una mujer pueda vivir. Atenta contra su valor, su dignidad, su autoestima, pero sobre todo contra su identidad;  eso que nos define como personas y que no depende de circunstancia alguna, pero que tan fácilmente perdemos cuando nuestro corazón es herido a tal magnitud.

Mi vida cambio dramáticamente en un abrir y cerrar de ojos, de la noche a la mañana ya no me encontraba en el mismo lugar, las personas que me rodeaban, todas me dieron la espalda. De tener una vida rodeada de multitudes, ya no tenía nadie con quien hablar, una amiga con quien llorar, ni unos brazos que pudieran consolar el dolor y el vacío tan grande que la infidelidad me dejo. Quede en la más grande soledad , solo entre los brazos de mis 3 pequeñas hijas y abrazada únicamente por el amor de mi Dios y Padre Celestial que de alguna manera me consolaba con su amor y me hacía entender que aunque todos me abandonaran, Él nunca me dejaría sola.

La manera más efectiva de manejar una situación adversa es encontrando cual fue mi parte en este asunto. Necesitamos aprender a señalar aquello que verdaderamente está en nuestro control y podemos cambiar. La realidad es que por más que te lo propongas, nunca podrás cambiar a nadie, solamente podrás tomar tu parte y utilizar tu más grande experiencia de dolor para convertirla en tu mayor victoria. Lo importante es como la manejamos, que aprendemos y como la utilizamos para nuestro futuro.

Te comparto los 7 aspectos que convirtieron mi historia de dolor en mi mayor victoria:

1. Protege tu Identidad : te lo podrán quitar todo; pero que no te quiten tu esencia. La identidad solamente es otorgada por tu Creador y nadie tiene potestad sobre ella, excepto tu misma.

2. No caigas en la trampa de la comparación: lo peor que te puede ocurrir es compararte con otra.  Protege tu autovalor y no permitas sentirte menos que nadie. Eres única, especial ,irrepetible, ‘one of a kind’ y tu grandeza no tiene comparación. Así que entiende que no se trata de ti, ni de lo que tú tienes o no en comparación con otras.

3. Aprende tu lección: no juzgues tu situación en base al comportamiento de los demás. En lugar de señalar al otro ( aunque se lo merezca), busca señalarte a ti misma pero no con el dedo acusador, sino con el dedo transformador. Ese que te ayudara a sacarle partida a tu situación y llevarte a un nivel más elevado de vida.

4. Fortalécete tu misma:  lo que necesitas está dentro de ti , encuéntralo y no busques llenar espacios con cosas de afuera que están sujetas a ir y a venir. Una vez te sientas fuerte y segura , entonces estarás lista para lo que está por llegar.

5. Cambia el por que en un para que: tu historia tiene valor. lo que tú has vivido, no te ha pasado solamente a ti. Siempre habrá otra persona que necesite escuchar tu proceso para poder manejar el de ellos. Así que en lugar de sumergirte encontrándole la explicación a lo que te ocurrió, busca una razón mayor y compártela con los demás.

6. Utiliza el dolor a tu favor:  conviértete en una experta en aquellas cosas que te ayudaron a emerge con vida de ese lugar que creías que nunca saldrías y compártelas en grande con los demás.

7. Movilízate: sal de ese lugar de los recuerdos que te mantiene cautiva y explora una nueva vida, en un nuevo lugar.  Atrévete a cruzar el charco.  Veras como Dios tiene preparadas para ti grandes sorpresas al otro lado.  

 Marieangie Rosario

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